Expatriado también de tus identidades







Hoy me dedico a poner en palabras uno de los efectos más inmediatos de convertirse en expatriado, ya que suele quedarse en nosotros como una sensación caótica de conflicto con nosotros mismos, sin poder darle orden a esta experiencia.  Estoy hablando de cuando sientes que ya no perteneces ni a tu país de origen ni tampoco al de acogida. Cuando vas a tu país y quieres salir de ahí al mes que llegaste; y al mismo tiempo, cuando estás tan nostálgico de tu vida allá que no eres capaz de construir tu vida ahí donde resides.

¿Por qué sentimos lo que sentimos?

Lo que sucede es que tu ser básicamente “íntegro” se desmorona. Como expatriada, recuerdo haber llegado con ideas claras de lo que yo era, de lo que yo quería hacer de mí según mis ideales y valores, y de lo que necesitaba hacer hoy para llegar a ese “yo” del futuro. Es decir, en mi caso, estaba segura de mis cualidades, de mi cultura chilena, de que debía estudiar sistemáticamente idiomas para alcanzar mi ideal de carrera. Todo parecía claro. Pero al ver lo difícil que era comenzar de cero, la mente te juega una mala pasada.

Entonces comienzas a fantasear con lo que pudiste haber llegado a hacer en tu país, con lo fácil que era mantener ese trayecto social que construiste de pequeño: con una red social que te conocía, te apoyaba, porque su rol fue mantenerte de camino. Estas fantasías se alimentan de las negativas que recibes en el extranjero, y a medida que tu “ideal de yo” se va construyendo en tu fantasía; tu “yo del presente” se ve más y más lejos de ese ideal. Aquí es cuando quedamos segmentados, porque tu yo del presente no sabe por dónde caminar, ya que no tiene un futuro inscrito en la realidad de tu ahora.

Y Sin meta, no hay rutina. Sin rutina, no hay logros. Sin logros, no hay motivación ni autoestima. Así, te quedas sin identidades: de la más fundamental que responde a “quién soy”, pero también de cultura(s) que responde “a qué lugar pertenezco”. 

A pesar de todos estos procesos tan complejos y con diferentes intensidades según cómo ha sido tu día, he visto con compasión los esfuerzos de mis amigos expats de recrearse a sí mismos. Así es. Se necesita dar un paso muy valiente, de humildad y vulnerabilidad ante la vida para atreverse a pensarse a sí mismos como nunca lo hubieras hecho antes. Es interiorizar el hecho de que estarás perdido por mucho tiempo buscando un nuevo propósito por el cual trabajar. Cuestión que apunta a darle una lectura trascendente a tu vida y no quedarte en “buscar tu lugar en el mundo”, como suelen decir, porque para mí esa idea de “lugar” me parece artificial y momentánea, construida con un ansia de poder, ego y reconocimiento.

La vida que sigues hoy, determina la que tendrás en el futuro.  Junta tus partes de una vez por todas. No desperdicies tus años viviendo entre dos mundos: aquí y allá, lo que sería y lo que es. Vivir íntegro es por fin alinearse a lo que quieres llegar a ser mediante un presente que apunte a ese futuro. Un buen consejo para los expatriados que viven este proceso es utilizar su tiempo libre revisando aspectos fundamentales de sus vidas: tu ética, valores y principios, en fin, tus reglas de vida. Mantener este aspecto personal lo más consciente y maduro que puedas, es lo que te ayudará en momentos de flaqueza.



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